lunes, 10 de abril de 2017

La vida privada de Johny Depp




Cuando no sepa qué escribir, escribiré mis sueños.
La mayoría no son mojados, mis sueños ni siquiera saben nadar, no llegan a peces como las comas que malpongo no pueden llegar ni a pestañas de muñeca.
Pero son sueños vívidos, reales como si en lugar de ser yo fuera algo que existe desde siempre y que no tiene espacio determinado ni limitaciones.
Seguramente de pequeña me enganchó un brujo, y era un brujo bueno, un druida que me moldeó a su antojo junto a las brasas de un fuego indomable, pero luego me abandonó en las fauces del mundo la primera vez que subí a un autobús hacia el colegio.
Por eso recuerdo los sueños como mi vieja piel de serpiente, y con ellos llego donde nadie sabe que puedo llegar.
Johnny Depp lo está pasando mal, me lo ha dicho;
estuvimos juntos una noche onírica que no era pasión ni mucho menos, sino intercambio espiritual.
En el sueño las otras mujeres eran como sombras, y yo tenía la cara de su nuevo guía.
Él era una persona cutre y descuidada, a la que  no le gustaba nada, cuyo dinero no podía complacerle ya ni en las más asombrosas nimiedades, Johnny Depp ha perdido el gusto por todo.
Me contó que se sentía un andrajo, a pesar de todos sus papeles, a pesar de haber vivido tanto, y yo le dije que eso nos pasa a todos los que hemos vivido mucho, aunque seamos fracasados a este lado del espejo social.
El ser humano con un mínimo de sensibilidad llega siempre al mismo punto.
Yo le contaba que lo único que me salva a mí es que no he sido nunca lo bastante opulenta para perder el gusto por las cosas materiales, puesto que si mañana alguien me regala un viaje a Japón seré bastante feliz, durante unos días.
Y si consigo poner un pie en el país que tanto me fascina, aunque sea para recorrer con la mirada las largas filas de máquinas expendedoras, aunque sea para sentir la diferencia cultural con todo lo conocido, seré  absolutamente feliz, aunque sea por unos instantes.
Incluso podría olvidar momentos crueles como el de ayer por la tarde, en que fiel a mi tradición de semana santa, invoqué desde el fondo del corazón a Jesús de Nazaret, sin importarme que sea real o inventado, porque desde pequeña lo llevo dentro, primero por educación y luego por simpatía, más tarde  por desesperación.
Esto fue porque vi un video del ataque a un pueblo sirio con armas químicas, un vídeo en el que la gente expiraba como pajarillos mojados en veneno, y también vi cómo se abrazaba el personal de un hospital mientras sufrían un bombardeo  en el que no sé si habían podido sacar a todos los bebés de las incubadoras, y  una, que se niega a darle poder a los malvados, que intenta por todos los medios no caer en las garras de la desesperanza, se convierte en un montoncillo de tierra húmeda sin derecho a ser nada, puesto que otros no son nada tampoco, y son masacrados como corderos en el reino de los grandísimos hijos de mala madre, sin remisión, sin compasión.
Pero esto (olvidar el montón de tierra húmeda), sólo sucedería si alguien me llevara a Japón, con mi hija y mi hermano y alguna amiga, para que pudiéramos jugar a llenar nuestro álbum de recuerdos exóticos y maravillosos, esto le dije a Johnny Depp en el sueño en el que él era una vieja gloria con halitosis y sin gusto por la vida.
Luego, al final del sueño, le abracé y su cara se fue limpiando de arrugas, de malas influencias y de pesares, y me parece que le ayudé bastante a remontar.
Hay una fiesta de lúcidos que tienen miedo a la vejez;
 todos los que tienen un ego grande participan de esa fiesta, ya sean empleados pintureros o actores de fama, seductores de cena de Nochebuena o aficionados al buen vivir, ya sea de barrio o de palacio.
En esa fiesta tenemos que darnos ánimos los unos a los otros, como si anunciáramos continuamente la buena nueva de que la renovación es perpetua, que si nos lo proponemos no nos alcanzará el olor del pipí ni la halitosis.
La gloria que nos alumbró y que una vez nos hizo brillar permanecerá en nosotros incluso mucho tiempo después de que nos hayamos apagado.
Exactamente igual que las estrellas.
Creo que esto mismo le expliqué a Johhny Depp, y me parece que quedó bastante conformado.

....
(Foto El País, de un artículo en el que se analiza que en Noviembre estaba gordo y ahora está delgado).

2 comentarios:

Nieves Martín dijo...

Yo tambien me he quedado conformada, como jhony.
Escribes tan bien y llegas tan al meollo de la cuestión que no queda mucho más que decir. Tan solo ascentir y decir ... pues si esta es la vida coño

Besitos !!

Alphonse Zheimer dijo...

He estado demasiado ocupado estos días siendo un poco feliz; como en el agua no podía tener el móvil, dejé el placer de leerla en secano. Me he dado un atracón apresurado con sus últimos escritos (que comentaré despacito y con solaz en cuanto haya cumplido la delicada misión que tengo para hoy); ¡qué maravilla de comas bien puestas!, ¡qué delicia de traducción de lo onírico!
SI EN UN MOMENTO ME VE DEMASIADO PELOTA, ¡CÓRTEME!, PERO ES QUE NO LO PUEDO EVITAR.

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